lunes, 2 de mayo de 2011

Hoy no digas nada.

Hoy no digas nada. Por un momento escucha el silencio que permanece entre nosotros. Seguido de esto, sigue en silencio y escucha mis palabras. Hoy quiero hablar de todo aquello que me fascina. Hoy quiero hablar de ti. Hoy sólo escucha. Hoy no digas nada.
Me gustas. Me gustas mucho; muchísimo diría yo. Me gusta tu cara. Sí, tu cara en general. Tu cara de payaso, tu cara de dormido, tu cara de apasionado cuando la situación lo requiere, tu cara de niño pequeño, tu cara niño grande. Hoy sigue escuchando. Hoy no digas nada.
Me gustan tus ojos. Esos ojos marrones y grandes que tanto me gustan mirar. Esos que a veces expresan tantas cosas a la vez. Sí, los mismos que se fijaron en mí un día siete. Aquellos que quiero seguir mirando hasta que los míos dejen de funcionar. Hoy sólo escucha. Hoy no digas nada.
Tu pelo me vuelve completamente loca en algunas ocasiones. El mismo que a veces acaricio y en el que entre tanta pasión tiro un poco de él. El que me gusta oler, el que juega con mis dedos, el que deseo seguir tocándolo siempre. Espera, esto no acaba hoy. Hoy continúa escuchando. Hoy no digas nada.
Tus manos. ¡Ay, tus manos! Cuánto me gustan tus manos. Me gusta que me rodeen la cara y me acerquen a tu boca. Me gusta que ellas mismas coloquen mi pelo detrás de mi oreja. Me gustan que sus dedos acaricien mi estómago con tanta delicadeza que pueda llegar a conseguir que quede dormida. ¿Y ahora? ¿Qué oyes? Silencio, ¿verdad? Pues hoy, síguelo escuchando. Hoy no digas nada.
¿Cuánto tiempo he de dedicar a esto para expresar todo lo que me gusta de tí?
Hay tantas y tantas cosas... Como ejemplo puedo poner la facilidad que tienes para hacerme desaparecer las lágrimas y cambiarlas por una sonrisa de oreja a oreja. Tus payasadas que tanto me pican cuando no estoy para bromas, pero que al fin y al cabo, siempre acabo riéndome. Eso momentos en los que me coges y me levantas para que yo te rodee con mis piernas y comiences a decirme tonterías a la cara. Seguido de esto, te mereces un gran beso.
Hoy quiero decirte que me haces la niña más feliz del mundo y eso puedo asegurartelo. Lo que más deseo en esta vida es que tú seas feliz conmigo siempre y que cada mañana al abrir los ojos, estés tú ahí con tus típicas palabras: ¡Buenos días reina!
Hoy puedo decirte que no quiero que te vayas nunca. Hoy solo siente. Hoy me alegro de que hayas escuchado. Hoy no digas nada.

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